viernes, 14 de agosto de 2009

¿Una naranja que acarrea extrañas dificultades?

Álvaro Sanchis Sisternes tiene la sensación de que molesta. Desde hace unos años, asegura, es víctima de un acoso implacable. Envenenan a su perro, entran en su casa, se la registran, le abren la caja fuerte y, sobre todo, sus campos de naranjas sufren toda suerte de sabotajes y ataques. Además, relata, lo han "dormido" tres veces y en una de ellas le hicieron "una excavación en un ojo" por la que la doctora que lo atendió en el hospital Lluís Alcanyís de Xàtiva puso una denuncia. Él también ha llegado a poner "más de cien", 22 de ellas al Seprona, aunque sólo lo hace cuando puede probar hechos, ya que de lo contrario, afirma, creerían que no está "bien de la cabeza".

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Sanchis es consciente de que lo tiene muy complicado porque el propio relato de lo que le sucede apunta a línea de flotación de su circunspección. "Me han ido llevando hasta el borde del precipicio, por eso he tomado una determinación", advierte. Teme que le ocurra "algo" y como en la Comunidad Valenciana se "lo cierran todo", ha decidido ceder los derechos de explotación al Gobierno de los Estados Unidos. Él pretendía explotar por sí mismo la naranja mediante un plan en el que ningún agricultor sobrepasase la cantidad de 2.000 árboles, a fin de que el producto estuviera repartido y no lo acapararan las grandes empresas. Pero su idea se desvanece.

Por M.Alberola Fuente: El País

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